María, a pesar de tan alta
misión y en la situación en la que estaba, acepta y dice sí. Y esa decisión
cambia el rumbo del mundo. Pero, también José, perdido en sus dudas y sorpresas
y avisado en sueño, acepta y cree en el Señor. Esas decisiones confiadas y
abandonadas en el Señor nos han ofrecido la salvación.
Una salvación a la que
también nosotros debemos aportar nuestro granito de arena. Primero, aceptando y
creyendo la Palabra de Dios, y, segundo, realizando nuestra misión como
consecuencia de nuestro compromiso de bautismo.
También será una apuesta y decisión dura y difícil. El
mundo es nuestro principal obstáculo con sus tentaciones y peligros, pero,
quizás el más fuerte y peligroso es el demonio, que sabe utilizar nuestra carne
y sus debilidades para seducirnos con las tentaciones que el mundo nos ofrece y
pone a nuestros pies.
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