jueves, 20 de diciembre de 2018

Se encuentran Jesús y Juan en los vientres de sus madres. Tuvo que ser algo hermoso y grandioso. Juan salta de alegría al sentir la presencia del Mesías. Ese Mesías que él treinta más después va a proclamar y anunciar en el desierto.

Y se produce un saludo que nos descubre la presencia y la acción del Espíritu Santo a través de María e Isabel. Ésta última se llena de gozo y alegría a advertir la presencia de su prima María, y la proclama como la Madre de su Señor.

¿Acaso Isabel podía saber algo? ¿De dónde esa exclamación de gozo y alegría al sentir la presencia de su prima María, la elegida por el Señor para ser la Madre de su Hijo? ¡No es eso una prueba y un milagro del Poder de Dios?

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