Se
encuentran Jesús y Juan en los vientres de sus madres. Tuvo que ser algo
hermoso y grandioso. Juan salta de alegría al sentir la presencia del Mesías.
Ese Mesías que él treinta más después va a proclamar y anunciar en el desierto.
Y
se produce un saludo que nos descubre la presencia y la acción del Espíritu
Santo a través de María e Isabel. Ésta última se llena de gozo y alegría a
advertir la presencia de su prima María, y la proclama como la Madre de su
Señor.
¿Acaso Isabel podía saber
algo? ¿De dónde esa exclamación de gozo y alegría al sentir la presencia de su
prima María, la elegida por el Señor para ser la Madre de su Hijo? ¡No es eso
una prueba y un milagro del Poder de Dios?
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