La fe exige fiarse de
alguien. Y ese fiarse exige seguir a ese alguien porque crees en él y no te
hace falta ninguna prueba. Tú crees en él y te confías a su palabra y a sus
actos. Sin lugar a dudas vendrán momentos de duda y de exigirte un esfuerzo
para perseverar en su seguimiento.
Las tentaciones de abandonar
son fuertes y la lucha exige esfuerzos constantes. No cabe duda que el
testimonio y la palabra son razones que te dan fe de su persona y, a pesar de
la oscuridad que pueda llegarte, tú confías y sigues.
Necesitamos estar unidos y fortalecer nuestra fe en un
Dios único, que nos acoge, nos cura y nos salva. Y que no quiere que le
descubramos porque quiere tener un encuentro personal con cada uno. Quiere
nuestra conversión libre sin aspavientos ni demostraciones. Actúa por amor y
desinteresadamente.
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