Lo normal en este mundo es la productividad y la economía y
eso prima antes que las personas. De modo que todo lo que hagas sin generar
productividad no es rentable ni válido para la economía. Por lo tanto, se toma
como locura.
En este contexto, las personas quedan postergadas al interés
económico y cuando su presencia no rinde ni genera productividad se convierte
en algo que estorba y que genera gastos y pérdidas y no son rentables. Es
decir, se cosifican y se conviertes en objetos inservibles.
Nace entonces el
aborto, la eutanasia y todo lo que sea necesario para desaparecerlas, porque
prima la economía. Podemos concluir que amar sin condiciones y gratuitamente es
tomado como locura para este mundo y que Jesús, entregando su vida por amor, lo
ha cambiado, poniendo a la persona como centro del mundo.
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