Jesús observa que sus
Palabras no son escuchadas con verdadera atención. Incluso, sucede que de tanto
oírlas, quienes la oyen, les suenan rutinarias y casi no las tomamos en cuenta.
Por eso, aprovecha cualquier ocasión para despertarnos y llamar nuestra
atención.
En muchos caso no entendemos lo
que nos dice y tiene que hacérnoslo ver con ejemplos y parábolas. En el caso
que no ocupa, el Evangelio de hoy, invita a Pedro a remar mar adentro sabiendo
que ha estado bregando toda la noche sin resultados. Trata de abrirle los ojos
con su poder.
Y, lo verdaderamente
importante es que Pedro se fía de su Palabra, y, porque es el Señor le obedece
sabiendo que su esfuerzo va a ser vano. La sorpresa que echada la red queda
cargada de peces que casi no pueden con ellos. Llaman a los otros para que le
ayuden. Y Pedro queda sorprendido y sus ojos se les abren. «Aléjate
de mí, Señor, que soy un hombre pecador».
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