El hombre es el centro de la
creación y Dios lo propone como la prioridad primera a la que están sometidas
todas las cosas creadas. El mundo está en función del hombre y todo para su
beneficio. Nada debe anteponerse a su persona.
Sin embargo, sucede que los
hombres anteponen al hombre el dinero, el sistema económico, el poder y la
ambición de dirigirlo. Es el hombre quien quiere cambiar el Plan de Dios y
pospone la verdad, la justicia y el amor al egoísmo del poder y la riqueza.
Así, el hombre queda sometido
al sistema que el propio hombre ha creado y mientras unos, los más débiles y
pobres, quedan excluidos, marginados, sometidos por el hambre, la explotación,
las injusticia y la esclavitud, otros viven en la opulencia, la diversión y el
bienestar.
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