La fe es nuestra tabla de
salvación. Jesús no actúa en aquel que le rechaza o no se abre a su Palabra.
Sólo la fe de quienes creen en Él, Jairo, el jefe de sinagoga, le mueve y compadece a dar respuesta y
solución a aquellos que le suplican sanación. Su Misericordia es Infinita y
Jesús se compadece de aquel que acude a Él con fe.
También le ocurrió con
aquella mujer que padecía flujos de sangre, y, Jesús, reacciona de la misma
forma. Se compadece de aquella mujer y le dice que su fe la ha salvado. Si
Jesús hace eso con aquellos que se lo piden con fe, ¿no hará lo mismo con cada
uno de nosotros si también con fe se lo pedimos?
Posiblemente, nos falte la
fe. Quizás tendremos primero que pedirle que nos aumente la fe y también poner
nosotros de nuestra parte algo. Somos libres para elegir y podemos elegir
acercarnos a Jesús, escuchar su Palabra y, pacientemente y, poco a poco, ir
demostrándole que queremos abrirnos a sus enseñanzas.
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