Nada afuera
es impuro, porque lo de afuera está gobernado por lo de dentro. Manda siempre
el corazón y es de él de donde sale todo lo que puede contaminar el exterior.
Así que lo impuro proviene de lo que se vive dentro.
Porque, son
las actitudes las que, de no cumplir responsablemente, estropean y contaminan
todo lo que tocan. Pero, lo de afuera es temporal y se elimina, tal son los
alimentos, más lo de dentro sigue vivo y de su inclinación al bien o al mal
depende que todo lo exterior quede contaminado.
Por eso, conviene
ser consecuente y saber dónde está el mal que contagia, contamina e impurifica
todo lo de afuera. Sale de dentro, de nuestros corazones y es ahí donde debemos
librar la batalla para purificarnos y hacer el bien.
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