Hay momentos que uno se pregunta, ¿qué me importa a mí el otro?, bastante
tengo con lo mío. Que cada palo aguante su vela. Y, en cierto sentido se tiene
razón. Cada cual debe responder de sus actos, pero también muchos dependerán de
que otros le anuncien lo que ellos no han podido conocer.
Hay mucha gente que por sus circunstancias, su entorno o ambiente no saben
nada de Jesús. Otros, quizás por sus debilidades y ejemplos no quieren
conocerlo y otros porque no llega a ellos esa Buena Noticia.
Por tanto, tú y yo, si lo conocemos debemos transmitirlo y anunciarlo a los
demás. En nuestro bautismo quedamos configurados como sacerdotes, profetas y
reyes, y debemos responder a ese compromiso de celebrar la liturgia, anunciar
la Palabra y servir a los demás.
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