No es fácil encontrar
solución a todos nuestros problemas. Por experiencias en este mundo sabemos que
hay cosas que para el ser humano son imposibles. Ciertas enfermedades se
resisten a la ciencia humana y sólo la fe en Dios puede curarlas.
Es el caso del Evangelio de
hoy. Le llevan un ciego a Jesús y le piden que le toque. Un primer paso que
dice mucho de la fe de aquellas personas que buscan a Jesús para el amigo
ciego. Y Jesús le aparta del ruido y de la gente y busca un espacio para un
encuentro con él.
El resultado lo sabemos, pero
no el diálogo que tuvo con aquella persona ciega, que al principio veía algo
borroso, pero que al final su vista se aclaró intensamente. Quizás también
nosotros necesitamos buscar ese espacio y tiempo para conversar con Jesús sobre
nuestra ceguera.
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