Nuestra forma de entender el
mundo está muy lejos de cómo lo entiende Jesús. Quizás creamos en un Dios muy
diferente al de Jesús. El mismo Dios, pero no entendemos su Voluntad y nos
dedicamos a hacer la nuestra.
Este momento de la
Transfiguración marca un momento muy importante en el camino de nuestra
salvación. En ese momento, el Padre ratifica que Jesús es el elegido, el Hijo
amado, y nos exige que le escuchemos. O lo que es lo mismo, que le obedezcamos.
Porque, lo que Jesús nos
propone es lo mejor para cada uno de nosotros. Su Buena Noticia de Salvación es
lo que deseamos todo, aunque el camino para alcanzarla no es el que el hombre
elige, pues se siente sometido a las pasiones y apetencias por su naturaleza
herida.
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