Muchos, como es el caso de Mateo, respondieron a la llamada
de Jesús, pero, eso no nos sirve de consuelo, porque, mi respuesta no la puede
dar otro. Me corresponde solo a mí responder a la llamada de Jesús y nadie
puede sustituirme. Depende de lo que tú y yo decidamos.
Por tanto, tendrás y tendremos que estar atentos, abiertos
nuestros ojos y oídos y en actitud disponible para, puestos en sus Manos,
responder a su llamada con amor. Un amor que necesita crecer y madurar en su
presencia.
Reconocemos que no es fácil responderle al Señor, porque no
hay otra respuesta que la del amor. Y amar al estilo de Jesús no es nada fácil.
Mejor, diría imposible para nosotros solos. Necesitamos la fuerza y el poder de
Dios que, desde nuestro bautismo, hemos recibido en el Espíritu Santo. Amén.
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