jueves, 24 de septiembre de 2020

Sin darnos cuenta percibimos que hemos dejado de orar. El mundo nos seduce y nos invita a vivir para nosotros y dejar todo lo demás. Porque, no es orar tener algún día un espacio contemplativo para y ante el Señor, sino la vivencia diaria de dialogar con Él a través del camino de mi vida.

Orar es compartir el plan que Dios tiene para ti tratando de, con su ayuda, llevarlo y cumplirlo en tu vida. Eso te exige irte despojándote de tus planes para poner en su lugar los de Jesús dando lugar a que sea Él el centro de tu corazón.

Y es posible que las cosas no sucedan como a ti te gustaría y desearías, pero, lo verdaderamente importante es ver, pedir y entender que lo que interesa es que sea como Dios quiere. Así, mi vida debe seguir el proyecto y la Voluntad de Dios y no la mía. Amén.

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