Nuestra
fe no termina de madurar. Anteponemos nuestros planes a los de Dios, o, al
menos, no tratamos de escuchar y confrontarlos con su Palabra. ¿Leemos la
Palabra de Dios cada día para tratar de acomodar nuestra vida a su Voluntad?
Reconozco
mi debilidad y soy conscientes de mis fallos. No obstante, por eso me confieso
pecador, y eso descubre mis errores, mis fallos y pecados. De ahí que nuestro
Padre Dios sea misericordioso, pues de no ser nadie tendría esperanza de
salvación.
El error empieza en cuanto creo que mi vida la puedo dirigir yo. Si, Dios ha querido que yo colabore, pero sin Él no puedo nada. Y esa es la cuestión, caminar sí, poniendo todo lo que de Dios has recibidos – talentos – pero siempre poniéndote en sus Manos.
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