Has
sido creado para la vida. Y para una vida eterna y gozosa. El mundo, por donde
tienes que andar primero, es el camino que, siguiendo y viviendo en la Voluntad
de Dios, alcanzarás esa gloria eterna en plenitud de gozo y felicidad.
Espíritu
Santo, perdona todos mis desplantes, mis fallos, mis indiferencia y me osadía
de no abrirte la puerta de mi corazón para que, limpiándolo de toda inmundicia,
quede purificado y convertido en un corazón manso y humilde como el de Jesús.
¿A qué aspiras? ¿Te conformas con esta vida, donde pasas más penas que gloria, y que, en el mejor de los casos se reduce a unos cuantos años donde los últimos ya tu calidad de vida es paupérrima? ¿No es mejor aspirar a una vida eterna y plena de felicidad? ¿Por qué no te lo preguntas?
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