Llamados
a buscar la felicidad. No hay otro camino. Nuestro máximo deseo es ser feliz
pero, esa felicidad no la buscamos donde debemos buscarla. Nos equivocamos
cuando pensamos que satisfaciendo nuestro egoísmo y apetencias en este mundo,
la encontramos.
Señor,
Tú conoces mis deseos e ideas y sabes, al menos eso creo yo, que mi anhelo y
deseo es seguir y vivir en tu Voluntad. Pero, también sabes lo que soy. Conoces
mis debilidades, apetencias y mis pecados y, por tanto, mis fallos. Fortaléceme
para que pueda seguirte.
Es
importante el presente pero, de nada vale ser feliz ahora si corremos el riesgo
de, luego, caer en desgracia para siempre. Mejor, es lo más inteligente, vivir
en el amor ahora, a pesar de que haya momentos malos, que, al final, quedar
sentenciado al dolor eternamente.
¿No
te parece que lo más inteligente es cuidar no solo el cuerpo sino también el
alma? Porque, el cuerpo se va a perder y el alma será eterna. Luego, interesa
más preocuparse de cuidar y guardar el alma que es la que nos dará esa
felicidad eterna. Creo que es la mejor opción.
No está en este mundo esa felicidad que todos
buscamos, a veces, desesperadamente. Porque, todo lo que este mundo contiene es
caduco y, solo el amor, trasciende hasta la eternidad. Y eso fue lo que tras su
discernimiento, tal y como nos habla el Papa Francisco, descubrió Ignacio de
Loyola. Tratemos también nosotros de buscar esa felicidad que, como Ignacio,
encontró en la Persona de Jesús. Camino, Verdad y Vida.
Si buscas, y buscas la verdad, donde se
esconde la paz, la justicia y el amor, que te dan la felicidad tan anhelada,
descubrirás que todo lo que este mundo puede ofrecerte es poco, muy poco con lo
que puedes encontrar en y con Jesús. En Él está esa felicidad plena de paz y
amor que colma toda nuestras aspiraciones. Y, como nos dice el Papa, Ignacio de
Loyola lo descubrió en sus lecturas y discernimiento.
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