Es evidente que la
insistencia de nuestras peticiones está muy estrechamente relacionada con
nuestra fe. Si creemos en nuestro Padre Dios, nunca dejaremos de pedirle por nuestras
necesidades porque sabemos de su Amor y Misericordia con nosotros.
Hay momentos que
la vida me sobrepasa, y otros en los que creo que puedo con ella. De cualquier
forma la carga de mi propia vida no me resulta cómoda, y, hay momentos, que me
pesa demasiado hasta el punto de que creo desfallecer. Dame, Señor, la fortaleza
de poder cargarla sobre mis espaldas y llegar a Ti.
Nuestras insistencia y nuestra perseverancia van descubriendo la medida de nuestra fe. Otra cosa muy distinta es lo que pidamos, porque la realidad es que no sabemos pedir y, posiblemente, pedimos cosas que no nos conviene o desproporcionadas con lo que verdaderamente necesitamos. Dios es nuestro Creador y nuestro Padre. Sabe quiénes somos y qué necesitamos. Por tanto, creamos en su Amor Misericordioso y que nos dará lo que realmente nos viene bien para nuestra salvación.
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