No se trata de
mirar nuestras cualidades y posibilidades. Se trata de saber y confiar en el
Espíritu Santo. Tal y como hizo nuestra Madre María. No somos nosotros los autores
de la proclamación y transmisión del mensaje de Jesús. Es el Espíritu
valiéndose de nosotros.
Señor, Tú lo
sabes, no tengo otra intención ni meta que la de seguirte. Esa es la obsesión
de mi vida y lo que me empuja y da sentido a mi vida. Quiero seguirte y vivir
en tu Palabra y Voluntad. Dame, Señor, la fortaleza, sabiduría y paz para
hacerlo posible. Amén.
¡Claro!, para ello
hay primero que creer, depositar nuestra confianza y abrir nuestro corazón a la
acción del Espíritu Santo. Y no pensar en cosas espectaculares ni heroicas,
simplemente saber que el Espíritu de Dios moldea el barro humano de nuestro propio
ser y transforma a todo aquel que escucha y se abre a su Palabra. Nosotros
simplemente, por la fe, nos ponemos en sus manos.
La fe se prueba en
el camino, porque no es cuestión de creer en un momento o circunstancias, sino
cuestión de caminar siguiendo el Camino, la Verdad y la Vida de Aquel,
asumiendo nuestra misma naturaleza humana, nos ha revelado el rostro de su
Padre Dios, semejante al nuestro. Y es que hemos sido creados a imagen y
semejanza de nuestro Padre Dios. De ahí que somos sus hijos en el Hijo Amado,
nuestro Hermano Mayor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.