domingo, 16 de febrero de 2025

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

Es evidente que el Señor quiere limpiarnos. No en vano ha venido para eso, para liberarnos del pecado. Ahora, primero tiene que encontrar a los pecadores, a los esclavizados por el pecado, a los que sufren y, con el permiso de ellos, limpiarlos y salvarlos.

Señor, sabes mis intenciones y conoces todos mis secretos hasta los más profundo de mi corazón. Y, a pesar de mis fallos, incoherencias, falsedades, apariencias y pecados, Tú sigues ahí, con tus brazo abiertos y tu misericordia ofrecida sin condiciones. ¡No dejes, Señor, que me aparte de Ti!

Y eso, porque el Señor ha querido que así sea, nos corresponde a cada uno de nosotros. Eres tú – también yo – los que tenemos que dar el paso y ponernos delante del Señor, y pedirle, como ese leproso, para que, si Él así lo dispone, limpiarnos. Y eso exige de nuestra parte, humildad, reconocimiento de nuestras lepras – pecados – y dolor de contrición.

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