Todo lo que hace Jesús le viene del Padre. De
tal forma que Jesús y el Padre son uno, y esa unidad es la que, junto al
Espíritu Santo, transparentan el verdadero rostro de Dios. Un Dios Padre, Hijo
y Espíritu Santo. Un Dios, uno y trino.
Sin el silencio interior me será difícil, Señor, escucharte. Y no solo
escucharte, sino también escucharme, tener tiempo de reflexión, discernir y
ponerme en el camino de hacer tu Voluntad. Haz, Señor, por tanto, que mi
corazón se abra a tu Palabra, a tu Silencio y a la acción del Espíritu.
Es evidente que Jesús nos revela su identidad en el Padre. Nos lo dice muy claramente cuando nos revela que el Padre está en Él y Él en el Padre. Y el Padre, que permanece en Él, es el que realiza las obras. Otra cosa es lo que nosotros queramos pensar y, en consecuencia, justificar nuestros egoísmos y acciones. Pero, el Camino, la Verdad y la Vida está muy claro para aquellos que quieren creer en las Palabras y Obras de Jesús. En ellas está su Rostro.
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