La tarea no es nada fácil,
y es evidente que así sea. Todo lo bueno cuesta mucho esfuerzo, ¿cómo no va a
costar mucho entrar en el reino de Dios? Debe quedarnos muy claro que de eso se
trata, de la lucha propia por la renuncia de uno mismo por amor.
Necesito tu compañía,
Señor, y tu auxilio, para saber mirar a los demás como Tú los miras. Y para que
todos los que se acerquen a mí sientan tu presencia y experimenten tu amor y
misericordia, de tal forma que nunca más se aparten de Ti.
Hablamos de la vida plena y gozosa eternamente. Precisamente, es lo que buscamos: felicidad eterna. Por tanto, todos nuestros esfuerzos van encaminados, conscientes o inconscientes, a buscar la felicidad. Pero, una felicidad que no está en este mundo y que solo encontraremos en Xto. Jesús, que, enviado por el Padre, ha venido a enseñarnos el Camino, la Verdad y la Vida.
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