La mayoría que deciden no creer en la Palabra
de Dios lo hacen desde una decisión libre y voluntaria. Seducidos, optan
entregar su corazón a la inmediates de la felicidad – nunca plena – que les da
el mundo. Un mundo que les llevará a un final vacío y de muerte.
Señor, solo saber que Tú me perdonas y buscas
mi salvación, me sostiene y me fortalece. Y esa esperanza me anima a seguir
caminando por el mar de este mundo peligroso y seductor. Sé que Tú vas a mi
lado y que tu Gracia me sostiene firme ante la turbulencia del mundo, demonio y
carne. Amén,
Porque, detrás de este mundo solo tendrá valor el amor que hayas dado a aquellos que te han necesitado y a los que la vida ha puesto en tu camino. Sobre todo a los más vulnerable y necesitados. Y eso lo experimentas y los descubres dentro de tu corazón. Un corazón que quiere amar y ayudar a todo aquel que lo necesita, pero que el pecado, tu propio pecado, trata de impedírtelo. Y si caminas sólo, lo conseguirá.
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