Se trata de descubrir que nos pide Dios a
cada uno, y de aceptar eso que Dios quiere de nosotros. La parábola de los
talentos nos puede ayudar a entender esa misión que Dios nos ha dado en el
camino de nuestra vida, y aceptarla tal como se va desarrollando.
Enséñame, Señor, a descubrir cual es la
misión que tengo en mi vida, y cómo debo realizarla. Dame la fortaleza,
sabiduría y paz necesarias para poder desempeñarla y llevarla a cabo en y por
tu nombre.
A través de nuestro camino vamos descubriendo
nuestros talentos y posibilidades que tenemos para desarrollar y crecer como
personas. En ella advertimos nuestras capacidades y talentos, y, posiblemente
nuestra misión será entender que todo lo recibido lo tenemos que poner en
servicio de los demás, sobre todo los más necesitados.
Jesús sabía el momento de su hora, y estaba preparado para aceptar la Voluntad del Padre. También a nosotros nos llega nuestra hora, y aunque no la sabemos, si muchos tiene el privilegio, por su edad, de saberla cerca. Ese es mi caso, por la Gracia de Dios, y vivo en esa esperanza de estar preparado aceptando la Misericordia de nuestro Padre Dios.