Nadie, por sentido común, elige el mal.
Porque lo malo te perjudica y no viene bien a nadie. Por lo tanto, la sabiduría
debe estar siempre al alcance de todos, para que alumbre el camino por donde se
debe ir.
Sería absurdo, y eso lo entendemos
todos, que la luz se oculte y se ponga debajo de la mesa. No tendría sentido,
porque la luz, su esencia y característica fundamental, es para alumbrar. Si la
luz no alumbra, deja de ser luz y se convierte en oscuridad.
Por el contrario, la oscuridad no sirve sino para ocultar la
verdad y, en consecuencia, engañar. Y donde hay engaño, hay mentira y mal. Por
eso, quien vive en la oscuridad apaga la luz e impide que alumbre, pues a la
mentira no le interesa que la vean.
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