La vida pone a todos en su
lugar, pero hasta que llegue ese momento suceden cosas que no son verdad. Por
ejemplo, se dice de alguien que es bueno hasta que deja de serlo. Y ocurre que
muchas personas que son buenas, a la hora de perdonar, sobre todo a los
enemigos, no ceden ni perdonan.
La auténtica y verdadera
bondad es aquella que perdona hasta las faltas de los que son tus propios
enemigos. Y nos puedes decir que nadie ha hecho eso, pues Jesús, clavado en la
Cruz, lo expresó claramente disculpando a los que le habían condenado.
Por eso, Él nos dice que la diferencia entre ser bueno
y no serlo está en perdonar todo, lo que te hacen los amigos, pero también los
enemigos. Porque así es nuestro Padre Dios, que hace salir el sol para buenos y
malos.
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