El hombre pierde su vida cuando intenta ganarla en este
mundo. Es decir, cuando su éxito lo pone en conseguir bienes, poder, fama,
prestigio y riquezas para vivir bien en esta vida. Fundamentalmente porque sabe
que todo eso es temporal y caduco.
El resultado final es el que todos sabemos y vemos cada día
en todos aquellos que nos preceden y en nuestras propias familias. La vida de
este mundo es efímera y lo que en ella se vende no tiene valor.
El hombre que se
precia de ser inteligente es el que se da cuenta que su vida es eterna, y que
es más importante la que empieza con la muerte en este mundo. Porque tiene la
Palabra de Jesús que Resucitará, tal y como Él lo ha hecho. Y su Palabra es Palabra
de Vida Eterna.
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