Cuando realmente amas
empiezas a descubrir que, tu tiempo no es tuyo, ni tampoco te pertenece. Te lo
ha entrega Dios para que tú lo entregues en servicio a los demás. Y en la
medida que ese tiempo se vaya donando, tu amor se va fraguando.
Entonces irás descubriendo en
tu vida que, tu felicidad consiste más en dar que recibir. En esa experiencia
experimentas el gozo y la alegría que buscabas y que el secreto es esta
disponible y abierto al servicio.
Pero, todavía descubres más. Experimentas que ese gozo
y alegría permanece, no pasa, se sostiene, porque la verdadera felicidad es
eterna. Y en eso empiezas a distinguirla de la efímera y caduca.
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