En muchos momentos de nuestra vida pasamos ciertos apuros. Y
muchas veces podemos solucionarlos con una simple petición de ayuda, pero
nuestra soberbia nos impide pedir. Y más cuando se trata de alguien que no nos
simpatiza o no creemos en él.
Sin embargo, en ciertas circunstancias no podemos quedarnos
pasivos y se nos exige superar y vencer nuestra soberbia. Necesitamos fiarnos y
creer y esa actitud nos exige humildad. El hombre está necesitado de pedir.
Pero pedir por algo que nadie le puede dar sino Dios.
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