Jesús no se va sin despedirse y sin prometernos que volverá
para, resucitándonos a todos aquellos que creen y permanecen en Él, llevarnos
con Él a la Casa del Padre. Y sus promesas siempre se cumplen, como se ha
cumplido todo lo profetizado en Él.
Por lo tanto, no en vano es nuestra fe, porque, primero,
Jesús ha Muerto, pero ha Resucitado; segundo, porque su Palabra es Palabra de
Vida Eterna y siempre tiene cumplimiento. Nunca ha fallado, y con su
Resurrección queda todo dicho. Y, tercero, su Palabra y compromiso es amarnos y
salvarnos.
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