El hombre está compuesto de
cuerpo y alma. El cuerpo, siendo importante, tiene su límite y su tiempo.
Consumidas sus horas envejece y se estropea y termina por morir. Sin embargo,
el alma es eterna y no muere. Luego conviene cuidarla para salvarla y que viva
en gozo y plenitud, pues de condenarse lo pasaría muy mal eternamente.
Por eso, Jesús se interesa
primero por nuestra alma, pues de nuestro perdón depende nuestra salvación. Es
más importante conseguir el perdón de los pecados porque su Infinita
Misericordia nos acerca a Él y nos hace sus hijos para toda la eternidad.
Supongo que aquel paralítico ya curado tuvo que morir algún día de otra
enfermedad.
También nosotros irremediablemente tendremos que
morir, pero lo importante no será nuestro cuerpo, sino salvar nuestra alma,
porque ella será eterna. Y salvarla supone permanecer a la derecha del Padre,
junto al Hijo y al Espíritu Santo. Gozo y plenitud eterna. Sí, Señor, Tú eres
el Hijo de Dios Vivo, porque nos da vida para toda la eternidad.
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