No siempre el hombre responde
al deseo de ser libre. Hay momentos que prefiere la esclavitud. El pueblo
judío, liberado del yugo de Egipto, ante el paso y las dificultades por el
desierto llegó a desear tener las seguridades que le ofrecía Egipto a pesar de
sentirse sometido y esclavo.
¿No nos pasa a nosotros algo
parecido hoy? Preferimos las comodidades, la seguridad económica y el bienestar
antes que compartir con los que vienen de afuera o los que ya están al margen
de ser productivos y demandar atenciones y cuidados. Y reaccionamos queriendo
regular tanto los nacimientos como las muertes de los más viejos.
Sí, eso ocurrió en aquella región de los gadarenos
cuando expulsaron a Jesús por la pérdida de los puercos. Valoraron más la
pérdida económica que la liberación de aquellos endemoniados. También nosotros,
después de dos mil años seguimos actuando de la misma forma. Poco hemos
cambiado, y es que si damos la espalda al Señor perdemos el verdadero sentido
de nuestra vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.