No olvidemos que el Señor nos
ha dicho: «todo aquel que se
declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre
que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo
también ante mi Padre que está en los cielos». Y el verano es una buena
ocasión para demostrarlo.
Ahora, verano, es tiempo de llevar al Señor con nosotros a
todas partes. Es tiempo de demostrar que el Señor ocupa el centro de nuestros
corazones. Es tiempo para darlo a conocer cuando la ocasión, que las habrá, se nos presente, y hacerlo sin miedo.
Se trata de actuar
con valentía, sin estridencia, pero con naturalidad y dando siempre la impronta
de nuestro ser cristiano. Se trata de no tener dos caras, una para el verano y
otra para el invierno. Una para estar con los amigos y de fiesta y otra para
estar en la Iglesia. Se trata de ser cristiano y consecuente con tu fe en todo
momento. En verano e invierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.