En repetidas ocasiones
exclamamos expresiones como esta: ¡Ya está bien! ¡Es tu última oportunidad! No
tomamos conciencia que también a nosotros nos lo puede decir el Señor. Sólo
pensar que el Señor me dijera, Salvador esta es la última, me haría pensar para
con los demás.
Porque, ya habría perdido
toda mis esperanzas. Él Señor me perdona hoy y también mañana y pasado… y
siempre. Porque, si no fuese así ya estaría condenado irremisiblemente. Esa
toma de conciencia me da esperanza y me ayuda a también, a pesar de mis
debilidades, estar dispuesto a perdonar.
Necesitamos perdonar, tal y como nos enseña el Señor
en esta parábola del rey que quiso ajustar cuenta con sus siervos, porque, sólo
en la medida que yo perdone seré también perdonado. Es verdad que nos cuesta,
pero también es verdad que contamos con la ayuda del Espíritu Santo que nos
auxilia y nos fortalece.
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