Es posible que no te hayas
dado cuenta, pero, el Señor, te está llamado. Nos lo dice a cada momento y cada
día, porque le importas y te ha creado para que seas feliz. ¿Cómo va a dejar de
llamarte e invitarte a su Viña? Otra cosa es que tú y yo estemos algo
despistados y no escuchemos su voz.
Por eso, necesitamos estar
atentos y vigilantes, porque el Señor nos llama. Y no lo hace de forma notable
y en grandes acontecimientos. Te llama de la forma más sencilla, en lo
cotidiano y corriente de cada día. En las cosas más simples que traen buenas
intenciones y vienen llenas de paz y alegría.
Es necesario estar muy atento y tener bien abiertos
los oídos. Quizás nos distraemos con tanto ruido y seducciones de este mundo.
Quizás no tenemos tiempo ni lo buscamos para pararnos a oír la voz o la señal
que el Señor nos manda. Quizás debemos pararnos para escucharle.
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