domingo, 9 de septiembre de 2018


La realidad de los tiempos que vivimos nos minan nuestras esperanzas y todo parece avocado a la perdición. Se pierden los valores y parece predominar la conciencia del relativismo que cada cual interpreta como le parece y de acuerdo con sus egoísmos e intereses.

Sin embargo, Dios no se olvida del hombre, pues se manifiesta dando vida al mudo y al sordo. Y un Dios que tiene poder para devolver la vida y sanar no nos dejará que el mundo nos venza y nos engulla. Sus acciones y palabras levantan nuestra esperanza y nos llenan de fuerza y ánimo.

A pesar de los males del hombre, Dios continúa su acción sanadora y salvadora, pero, necesita también de nosotros, porque nos ha dejado como continuadores de su Misión. Y tú y yo debemos, primero tener confianza y fe en su presencia, y, segundo, injertados en el Espíritu Santo, fortalecer nuestra lucha y nuestro apostolado.

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