No hay ninguna duda, tu
camino también estará lleno de dudas, de dificultades y de tentaciones. No irás
a creer que a donde pretendemos llegar, la plena felicidad y vida eterna, nos
va a ser fácil. Sabemos que todo aquí abajo cuesta y Dios, que nos quiere,
también nos ha creado libres para probarnos.
Y en el camino de nuestra
vida tenemos las pruebas. Pruebas que nos señalan la obediencia y la
perseverancia en nuestra fe. José, la figura enorme que hoy nos presenta el
Evangelio, fue un hombre creyente, paciente, obediente y convencido que Dios
actuaba en su vida.
Fue un hombre con los ojos y los oídos bien abiertos
para escuchar que aquello que sucedía en su vida era obra de Dios. También tú y
yo somos obra de Dios, porque Él nos ha creado y, de la misma forma que actuó
en José lo hace en ti y en mí. Abramos nuestros oídos y nuestros ojos para ver
y escuchar la Voluntad de Dios.
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