¿Qué clase de tierra hay en
mi corazón? Porque, puede ocurrir que haya muchas piedras, abrojos, poca
humedad y no tenga buenas condiciones para germinar y dar frutos. Es posible
que mi corazón se haya llenado de las seducciones del mundo y su tierra esté
endurecida.
Es posible, también, que el
abono con el que fertilizo la tierra de mi corazón esté adulterado, contaminado
y apegado a los placeres y comodidades del mundo y no hay lugar para que mis
raíces se hundan profundamente hasta germinar y dar frutos.
Necesito otra clase de tierra. Tierra limpia, sin
impurezas, abonada con la oración diaria, con corazón generoso, disponible y
abierta a escuchar la Palabra de Dios, para, luego, injertado en el Espíritu
Santo ser capaz de ir dando frutos de verdadero amor.
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