¿Recuerdas aquel día que
asististe al funeral del padre de un amigo? ¿O aquel otro que fuiste invitado
al bautizo del hijo de tu amigo o a la primera comunión de tu sobrino? En todos
ellos resonó la voz de Dios a través de la homilía del sacerdote, pero tú no
prestaste atención.
Es Espíritu Santo te habla en
muchos momentos de tu vida y te llama a que le escuches y le prestes atención.
Pero, nunca te presiona ni intenta convencerte. No se trata de hacer
proselitismo, sino de, libremente, ponerte las cosas claras y ayudarte a pensar
y reflexionar.
Jesús busca lo mejor para ti. Ha venido a salvarte y
necesita que tú reconozcas tus pecados y seas humilde. Lo demás corre por su
cuenta. Sólo te pide tu libertad para poder hacerte más libre y liberarte de
todas las esclavitudes del pecado que someten tu voluntad y te llevan por el
camino de la perdición. Mateo eligió el mejor camino, seguir a Jesús.
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