No estamos solos, pero
podemos elegir el estarlo. Y estamos solos cuando sólo nos miramos a nosotros
mismos y nos preocupamos de nosotros mismos. Cuando no compartimos parte de
nuestro tiempo con aquellos que puedan necesitarlo y somos insensibles a sus
presencias.
Y no nos preocupa su estado
de desconocimiento de la Verdad y del Salvador. Cuando no nos acercamos para
anunciarles que Dios le ama y le quiere salvar. Cuando no confiamos que la
Gracia de Dios puede convertirlos si somos capaces de confiar en Él.
Es lo que hizo el centurión, confiar en el Señor.
También nosotros buscamos y pedimos confiar en el Señor y abrimos nuestro
corazón a su Gracia. No soy digno Señor de que entre en mi casa, pero una
Palabra tuya bastará para sanarme.
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