En el fondo del corazón del
hombre hay siempre un deseo de hacer bien las cosas. Ocurre que, llegado el
momento, nuestro egoísmo puede más y nos arrastra a hacer lo que no quiero.
Entonces dejamos de hacer lo que queríamos y que, precisamente, era lo
correcto.
Nadie quiere portarse mal, y
si lo hace es porque está atrapado por su egoísmo y sus pasiones. Queda vencido
por su propia debilidad y fragilidad. Su naturaleza humana está herida por el
pecado y difícilmente puede vencerla.
Necesitas al médico para ser curado. Pero, no un
médico cualquiera, necesitas al único Médico que puede ayudarte a vencer el
pecado que somete a tu naturaleza humana. Ese Médico que tiene poder para
perdonar todos tus pecados porque su Misericordia es Infinita.
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