Nadie quiere sufrir y todos
buscamos el bienestar. Precisamente, el amor busca el bien del otro y,
precisamente, Jesús pasó haciendo el bien. Hoy mismo, el Evangelio nos presenta
a un paralítico que llevan a la presencia de Jesús. Y lo llevan para que lo
cure.
Sin embargo, Jesús nos quiere
advertir que, está bien cuidarnos del cuerpo y lo necesitamos, pero más
importante es cuidar la parálisis de nuestra alma. Quizás tenemos el alma
paralizada por tanto egoísmo, tantos apegos y vicios que nos impiden
encontrarnos en paz.
El dolor del pecado nos hace sufrir e incluso nos
duele más que el dolor físico del cuerpo. Necesitamos estar en sintonía
corporal y espiritual. Jesús viene para curar ambos, el cuerpo y el alma. No
nos vale curar uno y no el otro, porque la Resurrección será integral, es
decir, cuerpo y alma.
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