Durante nuestra vida hemos
aprendido algunas cosas de Dios, pero, ¿le conocemos bien? Quizás nos quedamos
instalados en nuestros primeros pasos de preparación para la primera comunión y
todo lo que sabemos se queda en eso. La pregunta es, ¿es eso suficiente?
Necesitamos crecer en relación
y conocimientos y, sobre todo, en la fe. Y eso sólo se consigue con la oración.
Una oración continuada en el día a día, consciente y confiada en la presencia y
acción del Espíritu Santo. Porque, la fe es un camino que va creciendo en la
medida que nuestra relación con el Señor también aumenta.
Por lo tanto, no crucemos
nuestros brazos sino todo lo contrario. Tratemos de buscar espacio de
serenidad, de reflexión y de confianza en el Señor, para que sea el Espíritu de
Dios quien nos dé la sabiduría y la fortaleza para vivir con fe y caridad el anuncio
de la Buena Noticia.
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