Tu insolvencia es eterna y nadie puede pagártela. Nunca
podrás dejar de ser deudor y, por ello, condenado al sufrimiento eterno. Sin
embargo, por amor, tu deuda ha sido perdonada y de forma incondicional. Solo se
te pide amor. Un amor proporcional al que recibes.
Y ese amor te exige perdón. Porque, serás perdonado en la
medida que tú también perdones. Y, para que no te olvides, te lo recuerda el
Padrenuestro que, posiblemente rezas todos los días. La cuestión es que no solo
con rezarlo cumples con la condición del perdón.
Recuerda, te salva la Misericordia de tu Padre Dios, pero esa
Misericordia la recibes si tú también la tienes con tu prójimo. Esa es la única
condición que tu Padre Dios te pone: Amar como Él te ama. Recuerda, es el
primer mandamiento que te pone, y el único, porque en ellos está contenida toda
la Ley y los Profetas.
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