No
pretenderás que la fe te sea dada sin tú ni siquiera abrir tu corazón. La
semilla crecerá si la tierra, agradecida, deja que sus raíces se incrusten en
ella y recorran toda su extensión. Solo así darán fruto y, posiblemente, frutos
de fe.
Cada
semana y cada día son nuevas oportunidades que Tú, mi Dios, me regalas para que
las aproveche dándome en escucha, en atención, en paciencia, en misericordia y,
en una palabra, en amor como Tú haces a cada instante en mi vida. Amén.
La guerra empieza cuando tus ojos ven, por primera vez, la luz del sol. Desde ese momento cada instante es una batalla. Y, aunque en los primeros años no te des cuenta ni percibas nada, insiste y lucha porque cada instante de tu vida sea un rayo de fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.