Es
mejor callar y no decir lo que no piensas cumplir. Ajusta tu palabra a tu vida,
a esa vida que te gustaría llevar. Quedarás siempre mejor que decir y no hacer
lo que dices. Mejor pedir para que, por la Gracia del Espíritu Santo, podamos
ajustar mejor cada día la palabra a la vida.
Seguramente,
tú, como otros muchos, habrán sentido el peso de la vida y la dureza de ésta.
Sin embargo, el Señor nos ha prometido que con Él todo es posible. Seamos
confiados y pongamos nuestra confianza en Él. Llegaremos a soportar la carga de
nuestra cruz.
Si tu palabra está lejos de tu vida, mejor callar y no tratar de transmitir nada, porque, luego, tu vida descubrirá tu mentira. Mejor tratar y esforzarte en ajustar tu vida a tu palabra y, abierto a la acción del Espíritu Santo, dejar que Él haga tu vida coherente con tu palabra.
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