La
Virgen, nuestra Madre, nos alumbra el camino y, aunque lleno de dolor y
sufrimiento, nos invita a recorrerlo confiando en la Palabra del Señor. Porque,
detrás de hacer la Voluntad de Dios se esconde nuestro gozo y felicidad eterna.
El
esfuerzo es la clave. Nada, que no cueste esfuerzo es bueno. Todo lo bueno
exige esfuerzo y privaciones. Es lo que nos dice la experiencia. El premio y el
gozo es consecuencia del esfuerzo. Y, por supuesto, por la Gracia de Dios. Sin
ella todo esfuerzo es vano.
La Virgen, además de ser nuestra Madre, nos sirve de modelo para, como ella, responder afirmativamente a la llamada de nuestro Padre Dios. Sí a su Voluntad contando con su Gracia, porque, nuestro Padre Dios no nos va a dejar nunca solos.
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