Si
sabemos, y es una realidad, que nuestro final en este mundo es cierto, ¿cómo no
nos preocupamos en prepararnos espiritualmente? Nos preocupamos por nuestro
cuerpo, pero ¿y nuestra alma? Jesús nos lo advierte en el Evangelio de hoy.
Nuestro
corazón está hecho de amor. Hemos sido creados para amar y, de no hacerlo,
experimentamos tristeza y enfado con nosotros mismos. Pero, amar desde nosotros
será siempre un error. Porque, Dios es precisamente amor y cuando amamos estamos
en Él.
No preguntarnos por lo que pueda suceder al final de nuestra vida me parece algo grave y muy importante. Porque, nos jugamos la eternidad y no es algo que luego se pueda arreglar. La solución pasa por esta vida y de no aprovecharla nos jugamos la felicidad eterna.
Que razón tienes, y que noche tan oscura tengo yo. Pienso que esto no es para mi, que no es una manera digna de vivir. Se que puede haber una vida más amable y sencilla. Pero no dónde vivimos, con las exigencias que implica. Quiero una vida más sencilla y mejor, quiero pensar que no he hecho ni me han hecho mal, quiero alejarme de lo que me hace daño. Quiero paz en mi alma y la necesito como el agua.
ResponderEliminarEsa paz, precisamente, la podemos encontrar en el Señor.
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