No es cuestión de
vínculos de sangre, sino de vínculos de amor y de misericordia. Porque, esa es
la Voluntad de Dios y, por y para, lo que nos ha creado. Estamos vinculados a
Él por el amor y la misericordia, hasta el punto de que nos salva su Infinita
Misericordia.
Es verdad, Señor,
lo experimento cada día. El miedo, mis miedos me paralizan, me inmovilizan y me
refugio en mi soledad e inactividad. Quedo vencido por la pereza, la comodidad
y el miedo a enfrentarme con la verdad, la justicia y la misericordia.
Y en la medida de
que nosotros seamos también misericordiosos con los que nos rodean, familia,
amigos y enemigos seremos salvados. Porque, no sólo se trata de ser perdonados,
sino que también a nosotros nos toca perdonar. Y en la medida que tú no te abras
y no perdonas, no dejarás entrar el perdón de Dios en tu corazón. Así que,
recuerda, (Mt 9,13): «Misericordia
quiero, y no sacrificios»
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.