No nos queda otra
alternativa que la de pedir. Somos seres imperfectos y necesitamos pedir para
alcanzar nuestra perfección. Pero, nadie en este mundo puede dárnosla porque
nadie es perfecto. Sólo nuestro Padre Dios, perfección absoluta, puede
dárnosla.
Dame, Dios mío, la
paciencia, astucia y sabiduría para ser sencillo y al mismo tiempo tener la
fortaleza y conocimiento de darme cuenta de los peligros en los que puedo caer
y apartarme de Ti. Contigo, Señor, estaré a salvo de caer. Gracias, Dios mío.
Todas las cosas que en este mundo podemos encontrar no nos satisfacen plenamente. Al final siempre llega el vacío, la desolación, el tedio y las desganas. Sólo Dios, nuestro Padre Dios, nos satisface plenamente siempre. En Él está nuestra plenitud eterna y a Él debemos recurrir en cada instante de nuestra vida con la plena confianza y seguridad que nos dará lo que realmente nos conviene y necesitamos, aunque en muchos momentos no lo entendamos.
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