Experimentamos que
en la media que crecemos nos observamos más sometidos y esclavizados, y
cautivos en nuestra propia cárcel. Ese corazón limpio, puro y libre que teníamos
cuando niño se ha transformado en un corazón viejo, endurecido y soberbio por
nuestros pecados.
Cada día me
pregunto, Señor, si soy un buen cristiano, si realmente estoy cumpliendo tu
Voluntad, si estoy más cerca del hijo prodigo que del hermano mayor. Porque,
yo, Señor, quiero ser tu amigo e hijo de tu Padre como Tú, y no encuentro el
camino, me cuesta mucho orientarme. Dame, Señor mío, la orientación correcta y
aumenta mi fe.
Y, en la medida
que trascurre nuestra vida, nos vamos experimentando más cautivos, más encerrados en nosotros
mismos y esclavos de nuestras propias pasiones y hábitos. Necesitamos, como
cuando niños, experimentar la misericordia de nuestros padres, y ahora ya no
están. Y no vemos al que siempre ha estado con nosotros, nos ha creado y dado
la vida y nos tiende su mano misericordiosa. Posiblemente, tendremos que volver
a ser como niños para darnos cuenta de nuestro verdadero Padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.